Los Templarios en el Raval Roig


Así es, los templarios estuvieron en nuestro querido barrio.  Su llegada tiene que ver mucho con la antigüa ermita del barrio y con un lienzo que aún hoy en día se venera junto a la Virgen del Socorro. Hablamos de la Virgen de Lluch, un hermoso y peculiar lienzo que perteneció a los caballeros templarios.

La historia y las crónicas cuentan que allá por el siglo XIII, unos caballeros templarios habitaron en la mezquita que los árabes tuvieron cerca de lo que hoy es la concatedral de San Nicolás, y tenían como casa de recreo un edificio en la parte Este de Alicante situada en el borde de la playa de Santa Ana y sobre un pozo de agua dulce que se llamaba del Drach, el cual se hallaba abierto desde tiempos inmemoriales. Se dice que en una sección de este edificio se construyó una ermita que fué dedicada a San Sebastián, a quién nuestros mayores tenían como copatrono de Alicante.

Al tiempo los templarios trajeron de Mallorca una pintura de Nuestra Señora de Lluch que empezó a ser muy venerada por los fieles, fue tanta la devoción que a la ermita se le dio el nombre de Santa Virgen de Lluch. Aquella pintura que conservamos hoy en día es un antiquísimo relicario de bronce adornado de estrellas y arabescos del mismo metal dorado, el lienzo mide 44 X 56 Cm. la virgen viste una túnica blanca con rayas oscuras, lleva una gorguera en su cuello, una especie de pañoleta de tela muy fina blanca semitransparente con el que las damas de la antigüedad se cubrían el cuello, en la cabeza lleva una corona ducal, el niño Jesús que lleva en sus brazos luce similares vestiduras. Es un extraño conjunto como así se describe en las crónicas de Viravens, la imagen nos transporta a épocas remotas, tiempos antigüos en los que se elaboró esa pintura. En la parte superior del cuadro se ven siete iniciales que no se si han sido descifradas. Es un cuadro que si no tiene mérito artístico sí podemos considerar que es una de las pocas joyas que tenemos de la antigüedad gracias a los templarios.

Es algo de lo que podemos sentirnos ogullosos de conservar, al menos esto nos han dejado hacerlo, no así nuestra vieja ermita. Es increíble que una ermita antiquísima no se haya podido conservar como patrimonio histórico y artístico de las familias del barrio y de los alicantinos en general, es vergonzoso que por dinero se destruyan las cosas que tienen tanta importancia, primero por un parking y después la destrucción total. Una ermita templaria que quizá en cualquier otro lugar nunca hubiera sido derribada. De todas formas, aunque sabemos que no es lo mismo, nos queda la memoria, las fotografías y la escritura para recordar.